Keiko triste en asistencia pero lleno de contenido. Tras comenzar como habitualmente con Tai no Henka, Morote Dori Kokyu Ho y Ryote Dori Kokyu Ho hemos repasado las series de kihon de atemi, luxación y proyección tanto por el interior como por el exterior; en total 24 técnicas de base de las que progresar a otra miriada de ellas. Quedan muchos aspectos por mejorar: kamae, shisei, taisabaki... aspectos básicos que hacen que una técnica funcione. Debemos trabajar mucho el kihon y dejar las variaciones para más adelante. Como decía Saito Sensei, kihon, kihon y más kihon hasta el tercer dan, y después kihon, kihon y más kihon. Sin un kihon correcto no hay nada, no hay ki no nagare que valga ni variaciones posibles. Esto es lo que hay que repasar una y otra vez hasta que salga solo. Hay que poner especial cuidado en la postura tanto física como mental. Kamae y Shisei. Hay que realizar un taisabaki efectivo, económico y eficaz; y sólo entonces realizar una técnica, la apropiada en ese momento, paso a paso y marcando los puntos fundamentales de la misma: correcta posición de los pies, de las caderas, de las manos; agarre correcto, ángulo adecuado, el desplazamiento estudiado y entonces ¡bum! ahí está la técnica. Sale sola. La semana que viene más kihon. Y así haremos hasta que salga solo, hasta que los movimientos sean los instintivos, hasta que el cuerpo no pida otra cosa. Ya habrá tiempo para otros desarrollos. Pero para eso hay que venir. ¡Olé por los incondicionales! Ellos tienen todo el mérito. Sólo ellos siguen caminando... ¡Osu!
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Buen keiko dedicado al trabajo de kansetsu waza. Tras realizar los ejercicios habituales de Tai no Henka, Morote Dori Kokyu Ho y Ryote Dori Kokyu Ho, hemos abordado el trabajo de dos series desde Junte Dori (Ude Nobashi, Robuse, Kote Kudaki, Yuki Chigae, Hiji Kudaki y Mukae Daoshi) y desde Dosokute Dori (Kote Gaeshi, Uwa Ude Garami, Ude Juji Gatame, Tenbin Gatame y Shiho Nage). Con estas series hemos cubierto los principios de Ikkyo, Nikyo, Sankyo, Irimi, Shiho y Atemi. Mucho atemi. Desde luego queda mucho trabajo por delante y muchos detalles que corregir, pero el progreso es innegable. Agradecer la dedicación de algunos incondicionales. Sin ellos nada de esto tendría sentido.
La sesión de hoy es una de esas que se recordarán por la intensidad con la que hemos trabajado. Hemos comenzado con una pequeña sesión de Ritsuzen con especial cuidado en el trabajo interno y postural. Más adelante hemos aplicado lo desarrollado aquí en los siguientes trabajos realizados, aunque en este punto aun queda mucho trabajo por delante. ¿Quién dijo "fácil"? Posteriormente hemos desarrollado el kata Sanjuichi no Jo en su forma básica Gotai, paso a paso y mostrando esos pequeños detalles técnicos que lo hacen tan grande. De ahí hemos desgranado el Roku no Jo, integrante fundamental en el kata de 31 movimientos. Lo hemos trabajado sin descanso, por lo que nos ha proporcionado un buen entrenamiento físico y hemos roto a sudar. No satisfechos con esto nos hemos lanzado a practicar algo que podemos hacer en casa: el kata Happoken. De nuevo un trabajo complejamente simple con multitud de ramificaciones e interpretaciones. ¡De aquí nos hemos llevado deberes para casa! En definitiva, mucho trabajo postural y de hara durante toda la sesión. Trabajo que debe ser aplicado tanto en todas las facetas del arte como fuera de él. No es fácil pero es el camino. Y seguimos caminando...
Siguiendo con la serie de keiko introductorios, esta jornada la dedicamos al trabajo de suelo. Se ha visto de manera escandalosa cómo el suelo es ese gran desconocido: nos sentimos incómodos, no podemos trabajar, el suelo está duro, nos bloqueamos y nos encontramos absolutamente indefensos. Sin embargo es un aspecto importante del arte. No se trata tanto de ir al suelo como de disponer de las herramientas para salir de él si nos encontramos ahí por cualquier razón, como resultado de una proyección o una caída. Hemos trabajado desde Tate Shiho Gatame, ya que es una de las posiciones más comprometidas en las que podemos encontrarnos y hemos desarrollado diversos tipos de escape siempre con el objetivo de levantarnos del suelo. Variaciones básicas para salir de ahí sin florituras y volver a nuestro terreno arriba. Una jornada sin duda extenuante sobre el frío hormigón del Embarcadero. Con sus piedrecitas y sus rebordes. El suelo es así. ¡Pero de nuevo contentos y en el camino!
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